El hombre que llegó a Japón un día de 1954 fue sin duda un extraño en una tierra extraña. Un occidental en la tierra de Oriente, se alzaba sobre de la mayoría de los japoneses pululando alrededor del complejo del aeropuerto de Tokio. Pero pronto, los sorprendidos funcionarios de aduanas encontraron que el hombre era algo más que un extraño en medio de ellos.