La masonería, no es ningún secreto, desde siempre se vio envuelta en todo tipo de revueltas y revoluciones contra el poder absolutista de reyes y nobles.
Sin ir más lejos, hoy en día parece demostrado que la sociedad secreta tuvo buena parte de culpa en el triunfo de la Revolución Francesa, suceso que marcó la historia del mundo occidental como ningún otro.
Es imposible demostrar documentalmente que la masonería emitiera algún tipo de directiva para dirigir los acontecimientos, pero lo cierto es que prácticamente la totalidad de los líderes de la Revolución Francesa eran masones.
La divisa masónica «libertad, igualdad y fraternidad», como todo el mundo sabe, se convirtió en la máxima de los revolucionarios.
Ademá, los colores de la nueva bandera republicana azul, blanco y rojo proceden de los distintivos de los tres tipos de logias existentes.
El gorro frigio, símbolo de la República, es también un símbolo masónico.
El mismo himno de la revolución, La Marsellesa, compuesto por el masón Rouget de Lisle, fue cantado por primera vez en la logia de Los Caballeros Francos de Estrasburgo.
El caos en el que se convirtió la Revolución llegó a su fin con la elección de Napoleón Bonaparte como Primer Cónsul.
Luego Bonaparte también iniciado en la masonería por el rito egipcio se proclamaría Emperador, inictando una serie de conquistas y exitosas campañas militares.
Estas conquistas napoleónicas extendieron los principios de la Revolución a todo el continente europeo.
Además de la Revolución Francesa, en el último cuarto del siglo XVII tuvo lugar otra trascendental revolución para la historia de la Humanidad.
Nos referimos, claro está, a la Guerra de Independencia que hizo posible que las colonias norteamericanas de la corona inglesa se emanciparan de la metrópoli, dando lugar al nacimiento de los Estados Unidos de América.
Y en este hecho la masonería también jugó un papel importante.
Lo cierto es que desde principios del siglo XV, de Gran Bretaña llegaron a la colonia americana importantes masones, que acabaron creando sus propias logias.
La «obediencia» comenzó a hacerse fuerte principalmente en los cuerpos de la milicia y la administración civil.
Durante la Guerra de Independencia, los generales masones de los dos bandos se enfrentaron en una guerra que desde las logias en Gran Bretaña se consideraba impopular y contraria al idealismo masónico de libertad, igualdad y fratemidad.
Algunos historiadores opinan que los dirigentes militares del bando procolonial no hicieron demasiado por ganar la guerra a los sublevados, precisamente por contradecir sus ideales masónicos.
Por otro lado, parece evidente que de los cinco personajes más importantes que influyeron en la Constitución de los Estados Unidos (Washington, Franklin, Randolph, Jefierson y Adams), los tres primeros eran masones activos y los dos restantes simpatizantes de la Orden.
El 4 de febrero de 1789 George Washington fue elegido primer presidente de los Estados Unidos.
Todos los personajes que intervinieron en la ceremonia de su nombramiento eran masones.
Y la Biblia utilizada en el juramento presidencial pertenecía a la Logia San Juan número 1 de Nueva York.
Washington realizó numerosos nombramientos importantes entre conocidos miembros de la sociedad secreta y una de las iniciales disposiciones del primer gobiemo de la República fue el establecimiento de una nueva moneda, el dólar, en el que son visibles vanios símnbolos masónicos.
El más evidente de todos ellos es el Gran Sello de los Estados Unidos impreso en la nueva moneda.
Se trata de un ojo «que todo lo ve» en un riángulo dispuesto sobre una pirámide de base cuadrada, en cuya base se lee la leyenda «Novus Ordo Seculorum» (Nuevo Orden Secular).
Independientemente de lo dicho hasta ahora sobre la relación de la masonenía con el nacimiento de los Estados Unidos, lo cierto es que algunos autores también señalan la influencia de la Orden Illuminati en este hecho.
Desde entonces. prácticamente el 80 % de los presidentes estadounidenses han sido masones o han estado vinculados a la masonenia de algún modo.
Entre los más cercanos a nuestra época fueron claramente masones Franklin Delano Roosevelt. Harry S. Truman, Lyndon B. Johnson. Gerald R. Fond George Bush padre y Bill Clinton.
En Francia la Orden también mantiene un peso importante entre la clase politica y diigente.
En los úlimos gabinetes gubemamentales se sabe que un buen puñado de ministros y primeros minisros pertenecian a la sociedad secreta.
Durante la presidencia de Georges Pompidou (1969-1974), ocho ministros o secretarios de Estado eran masones.
Con los masones Valéry Giscard d’Estaing y François Mitterand lo eran trece y treinta y siete, respectivamente.
En 1985 un gran maestro del Grande Oriente de Francia reconocía en la emisora Europa 1 que en ese momento en el Parlamento de mayoría socialista actuaban 110 iniciados.
También en la independencia de las colonias españolas se advierte la mano de la masonería.
Sobre esto se podría escribir una enciclopedia entera, sin embargo nuestro espacio es muy limitado.
Así que lo mejor será mostrar de un modo breve e, inevitablemente superficial, algunos de estos sucesos.
La mayoría de los hombres al frente de la revolución de 1810 en Buenos Aires que terminó con la independencia de Argentina perte necían a la masonería, y más concretamente a la Logia Lautaro, principal responsable de la independencia de las colonias.
Miembros de Lautaro, entre otros, eran el autor de la letra del himno nacional argentino, Vicente López y Planes; Juan José Paso, quien leyó en voz alta la Declaración de Independencia. y Manuel Belgrano, el diseñador de la bandera de la República Argentina.
En las primeras décadas del siglo XIX, otros cuatro conocidos revolucionarios José de San Martín, Simón Bolívar, Bermardo O’ Higgins y Guillermo Brown-lograron la independencia de España de gran parte del continente americano.
Los cuatro eran mniembros también de la misteriosa Logia Lautaro.
San Martín dirigió un potente ejército proveniente de Buenos Aires que consiguió la independencia de Chile y otras regiones de América del Sur.
Simón Bolívar hizo lo propio en Venezuela y zonas limítrofes, uniéndose finalmente al ejército victorioso de San Martín en Guayaquil, en lo que hoy es Ecuador.
O’Higgins, por su parte, le prestó una ayuda impagable a San Martín en las luchas de liberación de Chile.
Los revolucionarios Suramericanos contaron en sus combates con la inestimable ayuda de Guillermo Brown, un militar que había servido a los ejércitos de Estados Unidos y Gran Bretaña, respectivamente.
Después de ser apresado por los franceses, consiguió escapar y llegar a Inglaterra.
Más tarde, marchó a Buenos Aires, se sumó a la lucha revolucionaria contra España y fue designado comandante de la flota argentina, convirtiéndose en un héroe nacional de la liberación de Argentina.
Sobre la Logia Lautaro se ha escrito mucho.
Algunos autores opinan que en realidad detrás de la misteriosa logia se encontraban los intereses británicos y estadounidenses, quienes indudablemente pretendían que España dejara de controlar el continente americano.
Al parecer, las informaciones disponibles apuntan a que Lautaro fue fundada por Francisco Miranda, un nativo venezolano que se alisto en el ejercito francés y luchó en sus filas junto a los norteamericanos durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.
Allí se le pasó por la cabeza la idea de que los pueblos de América del Sur podrían librarse de España como Estados Unidos se había librado de Gran Bretaña.
Cuando finalizó la Guera de Independencia estadounidense marchó a Londres, donde mantuvo varias entrevistas con el primer ministro inglés, Wiliam Pitt. Aprovechando que España y Gran Bretaña habían estado en guerra no hacía demasiado, Miranda le pidió ayuda a Pitt para llevar a cabo sus planes revolucionarios.
Pensaba que el ejército de Gran Bretaña podria ayudar a los pueblos americanos a conseguir la independencia de la metrópoli española.
No obtuvo ninguna seguridad del primer ministro, así que parece que tocó en la puerta de varias logias masónicas londinenses, uniéndose finalmente a la sociedad secreta.
Sería con el apoyo de las logias británicas como Miranda funda en Buenos Aires la Logia Lautaro, cuya finalidad sería lanzar la revolución a América del Sur para acabar con el dominio colonial español Miranda se erigió en líder de una revolución en Venezuela, pero fracasó y regresó a Londres.
Varios años después, lo intentó de nuevo, proclamando la independencia de Venezuela y Nueva Granada (Colombia).
Después de algunos éxitos iniciales en sus campañas militares, nuestro protagonista aseguró a los cuatro vientos que su objetivo fundamental era la unidad de toda América del Sur en una república federal.
Sin embargo, las tropas españolas le volvieron a ganar la partida al revolucionario.
Después de varias derrotas militares, Miranda se rindió al poder español.
Murió en 1816 en una prisión de Cádiz.
Pero sus ideales, que pervivieron a través de su Logia Lautaro, no desaparecieron, sino más bien al contrario, calaron hondo en muchos militares americanos que pensaban que ya era hora de liberarse para siempre del yugo español.
De esta logia, como ya apuntamos anteriormente, salieron los gramdes libertadores de América, quienes hoy en día son recordados como verdaderos héroes de leyenda en todos los países de Suramérica.
Los casos anteriormente narrados no son ni mucho menos los únicos en los que la masonería pudo tener una buena parte de la responsabilidad en la independencia de las colonias españolas.
Veamos: En México, curiosamente, la independencia tuvo lugar cuando los generales conservadores que habían sofocado varias revueltas se enteraron de que una revolución planificada por varias logias masónicas españolas había establecido en España un gobierno liberal, proclamaron, entonces, la independencia de México a través de un golpe contra los representantes del Gobierno liberal español.
El líder del golpe, el general Agustín de Iturbe-quien terminó proclamándose emperador con el pomposo nombre de Agustín I de México, era un importante miembro de la masonería americana.
El 23 de octubre de 1890, la logia madrileña llamada Ibérica número 7 celebró una tenida (reunión masónica) en la que se empezó a discutir una circular del Gran Consejo de la masonería española, donde se expresaba el deseo de que la colonia de Filipinas tuviese representación en las futuras Cortes españolas.
En la tenida de Ibérica participaba un masón de origen filipino llamado Marcelo Hilario del Pilar, quien años después se convertiría en uno de los elementos decisivos para la independencia de Filipinas.
En otra tenida, celebrada un mes más tarde, volvió a plantearse la cuestión filipina.
En esta ocasión, además de Hilario del Pilar, participaba en la discusión otro masón originario de Filipinas, José Rizal Mercado, futuro líder de la independencia de las islas.
Ambos, Rizal e Hilario del Pilar, estuvieron de acuerdo, según consta en las actas de la tenida, en que Filipinas necesitaba una mayor independencia de España.
Los estrechos lazos existentes entre la masonería española y la filipina, de la que salieron sociedades secretas como el Katipunan que proclamaban la independencia de las islas, hizo que los líderes de la masonería española fueran acusados de conspirar para lograr la independencia de Filipinas.
El 21 de agosto de 1896, el gobernador civil de Madrid se personó en los locales de la Logia Ibérica, uriosamente también sede de la Asociación Hispano-Filipina, incautando innumerables documentos.
El 30 de diciembre de 1896, José Rizal es fusilado en Manila por orden de las autoridades españolas.
Sus seguidores se arman y da comienzo la revolución por la independencia.
Por su parte. Marcelo Hilario del Pilar funda una sociedad secreta y esotérica cuyos rituales están copiados de la masonería.
En 1896 dirige una insurección y proclama la República de Filipinas.
Claves Ocultas del Poder Mundial – José Lesta y Miguel Pedrero – Editorial EDAF – Buenos Aires – 2006