Si uno tiene la oportunidad observar con detenimiento un billete de dólar, podrá comprobar algo realmente curioso.
En una de sus esquinas, concretamente en el vértice superior derecho (que muestra el símbolo numérico «1», existe una figura que parece encaramarse tras el refinado diseño numérico.
Si se toma una lupa, casi instantáneamente advertirá que en realidad se trata de una especie de cabeza animal.
Sí, es un búho que asona curioso, mostrando de lado medio cuerpo.
Es absolutamente calcado del símbolo oficial del Club de los Bohemios.
Muchos estudiosos creen que ese «desliz» en el famoso billete es una referencia que demuestra el poder de los Bohemios.
Lo cierto es que numerosos estudiosos de las conspiraciones coinciden en afirmar que esos símbolos añadidos que el presidente Franklin Delano Roosevelt, por cierto reconocido masón, aprobó en el billete de dólar americano en 1932, se asocian a verdaderas órdenes secretas que Ilevarian operando en el mundo occidental a lo largo de los últimos siglos.
Es el caso del búho, que se asocia al Club de los Bohemios, y de «El Gran Sello», que se asocia a la agrupación más secreta del mundo.
Efectivamente, si uno vuelve a mirar el anverso del billete de dólar americano, observará, esta vez sin lupa y a simple vista, dos círculos bastante grandes.
El de la izquierda es tremendamente llamativo.
En su interior se encuentra una gran pirámide inacabada de trece escalones que parece coronada por un triángulo iluminado que, a su vez, levita sobre la misma.
En el interior un ojo enorme.
Y en la base de la pirámide una fecha en caracteres latinos: MDCCLXXVI.
Conocer el misterio que encierra ese simbolismo nos puede llevar lejos, muy lejos; y en ese viaje podemos descubrir a una agrupación que supuestamente se encuentra en la cumbre de la pirámide mundial.
Es la congregación más poderosa, secreta y también mítica: los Iluminati.
Así pues, si queremos saber qué significa el simbolismo, debemos viajar a la fecha que marca la base de la pirámide para recordar una vieja historia.
Nos encontramos en la madrugada del 1 de mayo de 1776, es la llamada noche de Walpurgis, un momento especial en las antiguas tradiciones europeas y luciferinas, según las cuales, mil años antes (en el 777), la santa inglesa Walburga fue llevada en volandas por el mismo Satanás hasta la cumbre del monte Harz donde tenía lugar un aquelarre de brujas.
Al parecer, esta pudo resistir la tentación del maligno venciéndolo.
Por este motivo, desde entonces, ese es el día clave para las celebraciones satánicas en todo el mundo.
Qué mejor momento para fundar la sociedad secreta más poderosa del mundo? O, al menos, eso es lo que debió pensar esa noche nuestro protagonista, el catedrático de la universidad alemana de Ingolstadt, Adam Weishaupt, cuando decidió inaugurar la Orden de los Perfectibilistas, también lkamada La Liga de los Hombres, o lo que es lo mismo: la Orden de los Iluminados de Baviera.
George Washington, primer presidente de los Estados Unidos, masón y supuesto miembro de los Iluminati.
Este personaje tenia ya un pasado más que interesante antes de fundar la institución. Jesuita y masón, entró en la Gran Logia de Baviera tres años antes.
Allí conoció a un oscuro personaje, un tal Kolmer, que venía de Egipto abriendo logias masónicas e impartiendo extraños conocimientos y misterios con una gran alta erudición ocultista.
Todo ello sirvió a Weishaupt para cambiar sus ideales y llenarse de los conocimientos adecuados para fundar las bases de lo que serían los Iluminati.
Como ejemplo, en su logia solo existirían 13 grados iniciáticos (en la masonería son 33).
Pronto, sus ambiciones masónicas crecieron y su Orden aumentó en importancia muy rápidamente.
Los raros rituales y los lemas propugnados en su logia prendieron como el fuego, y así la Orden de los luminati de Baviera pronto se extendiórapidamente al resto de Alemania, Austria y finalmente a todo el continente europeo en tan solo un par de años.
Como dato interesante hay que destacar que entre tanto (a los pocos meses de la fundación de la Orden en Alemania) se firma la declaración de independencia de los Estados Unidos de América, algo que muchos relacionan con la misteriosa Orden.
Pero vayamos por partes.
Weishaupt ordenó a algunos Illuminati que comenzaran a infiltrar secretamente todas las logias masónicas conocidas para dominarlas desde dentro y someter en escaso tiempo a la masonería europea.
La oportunidad de federar y controlar todos los grupos secretos en Europa le llegó en 1782 cuando se dio una reunión continental de la masonería.
Los Iluminati hicieron acto de presencia bajo la estricta observancia templaria y camuflados en otras obediencias.
Pero fallaron en su objetivo final debido a la oposición de la Gran Logia de Inglatema, de los Teósofos del místico sueco Swedenborg y el Gran Oriente de Francia.
El Gran Sello de los Estados Unidos muestra la pirámide y el «ojo de la Providencia», claros símbolos iluministas.
Fue un duro golpe para los Illuminati, que siguieron funcionando y teJiendo planes, pero esta vez cruzaron el charco y se prepararon para obtener el poder masónico en el nuevo mundo, en los Estados Unidos.
De la misma manera que la fundación del país noteamericanoy el de la Orden Iluminati en Alemania sucedieron casi simultáneamente, exactamente igual pasó en ese critico año de 1782.
Así, mientras el intento de poder total en la Europa de Weishaupt naufragaba, su salto americano iba acompañado de un suceso simbólico que inicialmente pasó desapercibido: el diseño de El Gran Sello o escudo de los Estados Unidos.
Muchos aseguran que los Illuminati influyeron decisivamente en ese simbolismo norteamericano repleto de signos esotéricos.
En el diseño del escudo trabajaron directamente personajes históricos de vida apasionante como George Washington (que cuando ocupó el cargo de primer presidente de los Estados Unidos, un antiguo gran maestre de Nueva York le tomó juramento sobre una Biblia procedente de una logia masónica) y Benjamin Franklin (gran maestre de la logia de Pensilvania).
Finalmente y tras muchas deliberaciones, el dibujo fue aceptado por el Congreso el 20 de junio de 1782. En su anverso contiene un águila americana (símbolo del Ave Fénix) con las alas abiertas, sosteniendo una rama de olivo con su pata derecha y un manojo de trece flechas en la izquierda (el mismo número de niveles o grados de los Iluminati.
El 13 se repite continuamente en la iconografía norteamericana); lleva un pergamino en el pico, con el lema «E pluribus unum» (de muchos uno), y trece plumas en la cola.
Sobre la cabeza del águila hay un escudo con una constelación formada por trece estrellas que configuran el símbolo de la Estrella de David entre una nube.
En el pecho del águila hay un escudo de trece barras.
Todo el diseño tiene fondo azul.
El reverso del escudo está presidido por una pirámide inconclusa.
El ojo de la Providencia se encuentra en un triángulo representado como un remate flotante con emanaciones de gloria.
El lema «Annuit coeptis» aparece sobre el remate flotante.
La pirámide tiene trece niveles y en la base hay inscritos los números romanos MDCCLXXVI (año de fundación de los Illuminati).
Finalmente, bajo la piramide, un pergamino ostenta el lema «Novus ordo seclorum» (Nuevo Orden Secular, Nuevo Orden de los Siglos, o bien, Nuevo Orden Mundial).
Es ese sello precisamente el que colocó en 1932 el presidente Roosevelt en todos los billetes de dólar.
Un presidente influido por ideas iluministas (era masón) y que logró instaurar el famoso New Deal (Nueva Era) americano.
Pero lo importante es que ese era el símbolo exacto que portaban los Iluminados de Baviera. Casualidad?
Es interesante ver cómo los Illuminati, al igual que la masonería en general, parecen estar tras la Revolución Francesa y el triple lema: Libertad, Igualdad y Fratemidad.
Fue precisamente en los momentos iniciales en que se fragua la revuelta francesa cuando la sede central de los iluminados, que se hallaba en Fráncfort, se ve má alterada.
Lo cierto es que en eses momentos los miembros liderados por Weishaupt ya pensaban en cotas bastante más altas: concretamente en el Movimiento Revolucionario Mundial. que pretendían dirigir.
Todo esto se sabe gracias a los papeles encontrados en el cadáver de un mensajero de los Iluminati, el abad Lanz, que fue muerto por la acción de un relámpago el 10 de julio de 1785 cuando estaba de paso por la ciudad de Regensburgo.
La policía bávara terminó revelando los detalles de la conspiración a su Gobierno.
Fue así como el emperador Francisco de Austria conoció la conspiración que se preparaba y como pudo advertir a su hija María Antonieta (reina de Francia) de la subversión que se avecinaba sobre el país galo.
Aun así parece que nada pudo cambiar el destino.
Es curioso ver cómo en la literatura del periodo revolucionario francés, las cubiertas de los libros mostraban el símbolo iluminista del triángulo y el ojo, al igual que el famoso «gorro frigio» que ya era popular en las iniciaciones iluministas de la época.
Sea como fuere, el 22 de junio de 1784, el elector de Baviera publicó una orden donde se prohibía las sociedades secretas y la masonería.
El trabajo de los Iilluminati, al menos «a la luz del día», tenía sus horas contadas; y así, su trabajo prosiguió en el más estricto secretismo pero con mayor trascendencia en los Estados Unidos, donde la central de la Orden se asentó por primera vez y «levantó columnas» en la ciudad de Nueva York, concretamente en la Logia Colombia.
Esta última logia no debe ser tomada a la ligera.
Entre sus miembros tuvo a personas tan interesantes como Clinton Roosevelt, un antepasado del famoso presidente que acabó rediseñando el no menos famoso billete de dólar.
Y también contó con la presencia, entre otros destacados miembros, de Thomas Jefferson, el conocido presidente norteamericano, que además era un acérrimo defensor de las ideas iluministas de Weishaupt.
Lo que entronca a esa central norteamericana de los iluminados de hace doscientos años con el mundo actual es que la Logia Colombia sobrevivió al paso de las décadas convirtiéndose en una agrupación bastante discreta denominada hoy en día Gran Logia Rockefeller (saga familiar que, como hemos visto, aparece constantemente en todas las agrupaciones que hemos analizado).
Su sede está situada muy cerca de la pista de patinaje y la estatua dorada del ángel Prometeo (el Lucifer, o ángel renegado de Dios, que cede el fuego-cono cimiento al hombre) en el Rockefeller Center de Nueva York. Por encima de ella solo existe, según algunos datos dispersos, el lamado «Consejo de los Trece» (que muchos asocian al poderoso grupo B’Nai B’Rit), cuya cabeza, al menos hasta 1972, ostentaba una sola persona: el varón Philip von Rotschild.
Hemos llegado al final del camino, o eso pensamos.
Es una pincelada superficial de algo que solo puede ser tratado con mayor espacio y detenimiento.
Los autores de este trabajo creemos que el avance de la historia sucede según una dialéctica de opuestos, Probablemente por eso, los Iiluminati y las asociaciones que hemos mostrado aún deben seguir su juego, su guerra personal en pos de su plan globalista.
Aún no han logrado su objetivo.
Para ello deben vencer la resistencia de miembros y agrupaciones similares que se oponen con agendas distintas.
Pero las piezas del tablero disminuyen las posibilidades de movimiento son cada vez menores.
En ese sentido, se vuelven muy actuales las palabras que J. Warburg, banquero asociado a los Rothschild y los Rockefeller, pronunció en el Senado estadounidense hace unos cuantos años: «Nos guste o no, tendremos un gobierno mundial único. La cuestión es si se logrará mediante consentimiento o por conquista»

Claves Ocultas del Poder Mundial – José Lesta y Miguel Pedrero – Editorial EDAF – Buenos Aires – 2006
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